Para Antonio Jose. Un domingo en el bar del sordo, escribiendo un texto que se me antoja a mi padre y me sale a mi “hermano”, mellizos de diferentes padres, un fluir de dos aguas. Por ti que eres quien eres y al que respeto tanto.
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yo que me crei caracol y llegaste tu, camaron. de la esfera del peluco desprendidas verdes lanas que no aguantan la cabeza siendo red roja -como el rio del poeta- del poeta de mi tierra –tienes el pelo mojado, ¿verdad? ¿te lo empapó el llanto? ¿o fue que tambien de tu pelo rodaron lagrimas?, cueros que sostienen La Leyenda del Tiempo, y como el agua, armazon de la maldad que lee la prensa, recuerdo de un olvido, de lecturas con un güisqui por favor con dos hielos y un café con mucha leche y lagrimas del chico jose con el ojo apagao llorando la maltrecha GUITARRA y la rutina de croissant de domingo por la mañana temprano para no despertar la huida que vendra sin remedio. todas las chaquetas de piel buscan entre las mesas las voces de los diarios deportivos en un crujir de cuero y cascabel de vaca que esconde un dolor y un rio (y dale con el poeta) como una promesa de muerte y adivinación cierro el libro cuya portada en grises remarca (a pesar del titulo en chillon amarillo) un tatuaje de media luna con arrugas y venas y un pitillo que de tan blanco mata una estrella e hiere al dolor de la mirada el mellizo era un cantaor que era mellizo de su padre la herencia de caín mi corta existencia entrara en la larga vida que fluye de esa piedra joder ya, con las lagrimas
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kawabata, camaron, montero glez, lorca
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